lunes, 17 de septiembre de 2018

Y así, desde niña, es cómo me convertí en Magui de Lazari.

Me acuerdo que cuando era chica me encantaban unas poronguitas llamadas "sacabocados".
Eran unos aparatitos de plástico y chapa bastante pesados (pero ergonómicos) los cuales tenían un botón y si le ponías un papel entre medio, apretabas y te cortaba una formita linda, divina y preciosa en el papel.
Tenía de todo tipo, tenía con formas de casitas, perritos, gatitos, brujitas, tréboles, florcitas, etcétera. Era que llegue el fin de semana; que mi abuelo me regalaba diez pesos; e ir a comprarme tres nuevos a la librería de acá a la vuelta. Me salían 3,30$.
Ahora, ¿a qué va todo esto? Como dije anteriormente todos los fines de semana me compraba tres (bastante para una niñita de siete años). La vendedora -astuta- cuando mi consumismo agotó todos los modelos posibles del local; me dijo: "Traeme en una hojita perforada con todos los que tengas y yo traigo los que no tengas".
Bárbaro dijo yo. Perforé una hoja Rivadavia con mis 19 modelos y se la entregué, ansiosa y deseosa de ver el fin de semana que viene los geniales nuevos modelos que vendrían. Llegada la fecha, me acerco hasta la librería.

-Hola, vengo por...
- Ah, sí; la nena de los sacabocados... Aguantame que te los traigo.

Espero pacientemente y se acerca con una caja llena de nuevos aparatitos

- Ah, que lindos... bueno, me llevo éste de la cereza, el del arbolito y el de la carita feliz.
- Bueno... MIRA QUE ÉSTOS NO VINIERON A 3,30, ESTÁN 6,40.
- Chau

Nunca más volví a comprar algo en esa librería. En un arranque de curiosidad, me acerqué hace unos días, y lo que vi en un estante polvoriento me llenó de nostalgia: los sacabocados todavía seguían ahí; veinte años después, ya no a tres ni seis pesos, sino a unos exorbitantes 300. Los mismos que yo no llevé. Los mismos que nadie nunca va a llevar, porque en el barrio se sabe que la vieja de la librería es una chorra, y siempre caemos ahí de mala gana para hacer una fotocopia de emergencia o reponer una Bic. Seguirán esperando a que otra niña inocente a la cual le vieron la cara los compre.

*Los sacabocados todavía existen y se encuentran en la casa de mi mamá. Espero regalárselos a mi hija :)